El valor de las promesas

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Preámbulo

Un día X del mes de Febrero estaba yo reacomodando mi recámara después del desmadre que me dejó mi señora madre un buen día que se le ocurrió visitarme. Esto, en el puerto de Tampico, al cual me mudé a principios de este 2004.

En una de esas, puse a mi esposa (mi notebook) encima de un montón de cobijas sobre mi cama. Mal hecho. A mi perro le dio frio y se le ocurrió intentar meterse debajo del bonche, ocasionando el repentino suicidio de Shannon. Esta resbaló directo hacia el suelo.

Nada pasó por mi mente. Sólo la levanté, la destapé y la encendí. La pantalla de LCD estaba intacta... pero para mi infortunio, el disco duro fue el que recibió el madrazo. Después de tres formateadas, me apareció un terrible mensaje enviado por el BIOS:

Imminent SMART failure.
Backup your information and replace you hard disk immediately.

Y hasta ahí llegó mi idilio con mi caballito de batalla. La metí en su estuche y la dejé hasta que llegase el momento en el que pudiese comprarle un disco duro nuevo.

Un par de meses después...

Ya de regreso en el D.F. me topé con un disco duro que supuestamente no servía. Después de conectarlo y enchufar a Shannon a la corriente, dije en voz alta:

¡Por favor, Señor, si este disco funciona te prometo hacerte una página para agradecértelo!

Este es el motivo principal por el cual redacté este texto.

Antes de continuar, quiero hacer una advertencia:

Con todo el amor del mundo, váyase a chingar a su madre cualquier fanático religioso que escriba en el foro de este documento algún comentario similar a cualquiera de los siguientes:

  • "Dios es todo poderoso. Tú mismo lo has dicho"
  • "¿Ves? ¿Y sigues dudando de la existencia del Señor?"
  • "Que bueno que cumpliste la promesa que le hiciste al Señor"
  • Etcétera

Casi yendo al punto...

Ya varias veces, tanto en mis documentos como en mis respuestas a los comentarios de los usuarios, he dicho que mi sistema de creencias está bastante bien definido, y de entre esas definiciones, el dios judeo-cristiano no es precisamente al que considero mi deidad principal. Mi concepción de Dios es algo distinta, más personal (entiéndase: MI dios ha sido hecho a MI imagen y semejanza) y más relajada (MI dios no está nomás viendo a ver a qué hora la cago para castigarme.)

Pues bien, la promesa se la hice a ese, mi high god, a esa masa energética de la que se alimentan mis demás deidades personalizadas. Y como yo *casi* siempre cumplo lo que prometo, públicamente doy gracias por ese favorcito, porque me ha salvado de meterme en más deudas de las que ya tengo con el fin de no sufrir más retrasos en las actualizaciones de WhitePuma.net, el cambio de imagen de Peliche.net y la puesta al día del CyberDomeGT.

Y no es que me sintiese yo obligado a dar las gracias... es que me nació hacerlo. Y quise aprovechar el momento para discutir, precisamente, de la importancia de las promesas que hacemos.

Al grano

Haciendo un recuento rápido y dentro de lo que la vida me ha enseñado, puedo citar los siguientes tipos de promesas que comúnmente hacemos:

  • La promesa sincera: esta sale del fondo del alma. Muy raramente se da, tanto para nosotros mismos como para terceras personas. Este tipo de promesa, cuando se le da a alguien más, es generalmente tomada con escepticismo.
     
  • La promesa convenenciera: esta es bastante común... TODOS hemos sido víctimas de promesas de este tipo en todos los planos habidos y por haber. He aquí algunos ejemplos:
     
    • "Vota por mi partido y te prometo ponerle fin a la corrupción..."
    • "Te prometo que jamás amaré a alguien más que a ti.."
    • "Claro que me interesa tu propuesta. De hecho tengo otros proyectos importantísimos en los que me gustaría que me ayudaras. Sólo déjame checar tus precios..."
    • "En cuanto tenga lana te invito una peda. Tú termina con esa chamba..."
    • "Cuenta conmigo incondicionalmente. Jamás te dejaré caer... y si caes, ahí estaré para levantarte..."
       
  • La promesa cínica: esta es la que de plano nos incha los genitales cada vez que la escuchamos. Siempre es ficticia y hace relucir lo peor que tenemos como personas. Ejemplos:
     
    • "Te bajaré el cielo y las estrellas... pero dame una muestra de tu amor..."
    • "Sí, estuve en la cárcel, pero era inocente. Con hechos te demostraré que yo no soy de los que cometen fraudes..."
    • "Claro que podrás ver a tus hijos, no quiero tu dinero... quiero que no los desatiendas..."

¿Porqué digo que la promesa sincera casi siempre se toma con escepticismo? porque generalmente no somos los primeros en hacerla... alguien más ya hizo la misma promesa pero en un plan convenenciero o hasta cínico.

Todo se toma dependiendo de quién viene... y de la situación.

Podría sonar absurdo el catalogar los tipos de promesas, pues pudiese ser que algunos ejemplos de los citados anteriormente -si no es que todos- pudiesen entrar en una categoría distinta a aquella en la cual los puse.

Si bien debe haber por ahí personas que siempre cumplen todo lo que prometen, sea bueno o malo, la gran mayoría de nosotros prometemos de cuando en cuando algunas cosas que no estamos dispuestos a hacer. Siempre aparece el momento en el que es ideal, adecuado o incluso necesario hacer una promesa de algún tipo.

A lo largo de mi vida he tenido que hacer algunas de esas promesas triviales en ciertos instantes, especialmente en lo profesional, sin sufrir remordimientos de ningún tipo. Incluso en el plano espiritual he hecho algunas promesas que no he cumplido, tanto a mi mismo como a algunos de mis dioses y demonios... y todavía sigo vivo. Pero cuando se trata de prometer algo a nivel espiritual, fraternal o emocional a algún amigo, familiar, pareja o prospecto, jamás dudo de lo que prometo, y si se me atraviesan piedras en el camino hacia el cumplimiento, hago hasta lo imposible por no dejar atrás a la persona en cuestión. Y si de plano sé que no podré cumplir la promesa, mejor me quedo callado.

Pero... ¿qué tan sano es prometer y no cumplir?

Generalizando puedo decir que es malo el no cumplir todo lo que uno promete, Especialmente porque nos acostumbramos a prometer y prometer y seguir prometiendo hasta que nos hacemos adictos a prometer y jamás cumplir.

Es muy cómodo el ganarnos la confianza de los demás haciendo promesas que sabemos no podremos cumplir. Al 95% de la gente allá afuera le encanta oir que le prometan cosas, y promesas más pesadas reemplazan a promesas más ligeras. Ya cuando llega el punto en el que una promesa rebasa la tonelada es que viene el decaimiento de la confianza y el irremediable rompimiento de la relación, ya sea laboral, fraternal o sentimental.

Te recomiendo pienses bien en todas las veces que has prometido algo. Estoy seguro de que aquellas promesas que cumpliste te harán sonreír, aquellas que no cumpliste porque no pudiste te causarán un cierto grado de remordimiento, aquellas que no quisiste cumplir te darán risa o un buen dolor en el corazón (dependiendo de la trivialidad de las mismas y de tu nivel de cinismo) y aquellas que no has cumplido te harán pensar si realmente debiste darlas.

Dicho lo anterior, cierro este documento cumpliendo mi promesa hacia mi eye in the sky, con una sonrisa de oreja a oreja porque siento que a tí, lector de esta jalada, te puse a pensar.

Documento originalmente publicado en whitepuma.net en mar 28, 2004.

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